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Entrevista con Michael Gruenbaum, autor de «En algún lugar todavía brilla el sol»

20 septiembre 2020

Michael Gruenbaum, autor de «En algún lugar todavía brilla el sol», nos concedió esta fascinante entrevista.

No es exageración decir que hablar en persona con Michael Gruenbaum, autor de En algún lugar todavía brilla el sol, renovó las ganas que tenemos de seguir luchando por un mundo mejor. 

Michael nació en 1930 in Praga, Czechoslovakia, en el seno de una familia culta, próspera y feliz. Pero en 1942, su mundo cambio. La Gestapo arrestó a su padre. Después, junto a su madre Margaret y su hermana mayor Marietta, Michael fue trasladado a la fuerza desde Josefov, el gueto judío junto al río Moldava en Praga, hasta el campo de transición Terezin, donde supieron el trágico destino del Doctor Karl Gruenbaum, el padre de Michael y Marietta. 

Gracias a la inteligencia de Margaret Popper Gruenbaum, madre e hijos sobrevivieron al régimen bárbaro de Terezin; y, sumergidos en la pobreza, emigraron vía Cuba a los Estados Unidos, en 1950, para después lograr construir vidas nuevas, formar familias felices y, en el caso de Michael, escribir un relato fascinante sobre su experiencia para iluminar a futuras generaciones: En algún lugar todavía brilla el sol publicado en español por Edelvives.


Edelvives Internacional: Michael, muchas gracias por atendernos. Durante la primera parte de En algún lugar todavía brilla el sol usted narra lo que les pasó al Michael, o Misha, de entonces y a su familia cuando los Nazis tomaron el control de Praga. ¿Qué recuerda de ese periodo?


Michael Gruenbaum: Recuerdo que casi todos los días los Nazis emitían decretos que nos obligaron, por ejemplo, a mudarnos al gueto, a entregarles nuestro coche, joyería, tapices, libros, obras de arte, radios, esquís, bicicletas e instrumentos musicales; so pena de muerte. Tuvimos que llevar siempre una estrella amarilla en la ropa y cuando salía a la calle me apedreaban pandillas de chicos. Prohibieron que los niños judíos atendiesen la escuela, así que perdí seis años de mi educación. No pudimos disfrutar de los lugares públicos de ocio. Nuestras cuentas bancarias nos fueron quitadas. No podíamos salir de Praga. Era humillante.


Edelvives Internacional: Luego usted y su hermana y madre fueron trasladados a Terezin. ¿Cuánto tiempo pasaron recluidos allí?

Michael Gruenbaum: Estuvimos en Terezin dos años y medio. Llegamos un año después de que la Gestapo arrestara a mi padre, un abogado de mucho prestigio. No lo volvimos a ver. Los Nazis utilizaban el campo de Terezin para engañar a la comunidad internacional. Por ejemplo, invitaron a un observador suizo de la Cruz Roja a visitar y éste se marchó convencido de que los niños jugábamos al aire libre y que los adultos disfrutaban de una cafetería con terraza y de conciertos de música. Incluso el Kommandant, un oficial de las SS, paseaba entre los niños regalándonos latas de sardinas y nosotros, como nos habían enseñado, contestábamos, «¡Oh, otra vez sardinas!» En fin. 

Edelvives Internacional: Para la gente recluida en Tezerin y otros campos, que los Nazis te desplazaran al «Este» era un concepto aterrador. ¿Qué sabían los presos de Terezin de este destino misterioso?

Michael Gruenbaum: Nada. Una vez que los alemanes, en 1944, se dieron cuenta de que iban a perder la guerra, se obstinaron en llevar a cabo su cometida de exterminar a todos los judíos europeos. En septiembre en octubre de 1944 los Nazis llenaron once trenes con 18,000 presos de Terezin y los mandaron al «Este», de donde nadie había regresado. Recuerdo que un día mi madre recibió una postal escrita por su cuñada, desde el «Este». Las líneas de escritura de la postal descendían, el código que habían pactado ellas para decir que las cosas iban mal, independientemente de lo que venía escrito. Cuando recibió la postal, mi madre se prometió encontrar la forma de que ella y mi hermana y yo permaneciéramos en Terezin.

Edelvives Internacional: ¿Y cómo lo consiguió?

Michael Gruenbaum: Al principio, pudo convencer a las personas que redactaban las listas de los deportados para que nunca saliésemos en ellas, gracias, básicamente, al recuerdo de todo lo que había hecho mi padre para la comunidad judía en Praga. Como las personas obligadas a hacer las listas eran judías, funcionaba. Después, cuando realmente parecía que nos deportarían, nos salvaron los osos peluches. Mi madre era una experta confeccionando osos de peluche y hacía poco un oficial de las SS había pedido varios para sus niños. Así logramos salir de la zona de embarque y después, milagrosamente, los soldados Nazis se olvidaron de nosotros.


Edelvives Internacional: Hablemos de En algún lugar todavía brilla el sol. ¿Cómo surgió el titulo?


Michael Gruenbaum: Dos días después de la Liberacion, en una carta, mi madre escribió: «Todavía no sabemos que aguarde el futuro para nosotros. Todos nuestros amigos han muerto. No sabemos donde viviremos. No sabemos nada. Pero en algún lugar del mundo, todavía hay un sol, montañas, océanos, libros, apartamentos pequeños y limpios y tal vez la posibilidad de construir una vida nueva».

Edelvives Internacional: Por último, Michael, como lectores, ¿qué mensajes, qué enseñanzas nos ofrece su libro?

Michael Gruenbaum: Dos cosas. No te dejes esclavizar por tus pertenencias físicas. Nosotros perdimos todo en cuatro ocasiones. Tus pertenencias se pueden reemplazar. Y… nunca aceptes un «no» como respuesta.

Edelvives Internacional: ¡Muchas gracias, Michael!

Michael Gruenbaum: Gracias a ustedes. Ha sido un placer.