La madre de Miguel y Mercedes desapareció en el mar y nunca la encontraron. Con siete y nueve años, deberían imaginarse la vida como un helado inabarcable al que apenas han acercado la lengua. Pero, tras el trágico suceso, descubren que los helados se pueden estrellar contra el suelo sin haber podido disfrutarlos. Sólo les queda tratar de retener en la memoria el gusto dulce del último lametazo.

Una entrañable historia que aborda el duelo con delicadeza, así como las distintas maneras –todas ellas válidas– de afrontarlo. El mensaje positivo del libro destaca la importancia de la familia y la complicidad para superar el dolor.

Una historia de misterio y aventuras es la forma elegida para abordar esta temática. Parte de una fantasía para enfrentarse con ternura a una realidad dolorosa y utiliza el equívoco para poder hablar del duelo a los pequeños lectores con un toque de humor. 

Un faro misterioso, el cuchillo afilado de un pescadero y una chica pálida que se pasa horas contemplando el mar, son el punto de partida de la historia. Los dos protagonistas sospechan que han dado con un terrible caso de secuestro y se sumergen en el fondo de la cuestión. A veces, la magia de las sirenas está más cerca de lo que creemos.